Royal Mint Medallas

Medallas de oro de la Real Casa de la Moneda británica

La Real Casa de la Moneda británica realizó un gran número de encargos privados de medallas durante el siglo XVIII, y los grabadores contratados se alegraron de tener la oportunidad de practicar sus habilidades. Ya en 1706 se emitió una Orden Real que confirmaba que cualquier empleado de la Casa de la Moneda tenía permiso para aceptar estos contratos privados.

Con el tiempo, la Casa de la Moneda acuñó medallas oficiales. Con la Guerra Napoleónica asolando Europa, la Real Casa de la Moneda británica recibió el encargo de producir las diversas medallas militares que se concederían tras la Batalla de Waterloo. Con la llegada al trono de nuevos monarcas, se acuñaron medallas para celebrar las coronaciones de 1821, 1831 y 1838.

1851 marcó el fin del trabajo privado, y se esperaba que los trabajadores de la Casa de la Moneda dedicaran su tiempo exclusivamente a los asuntos oficiales de la Casa de la Moneda, y no a los ingresos privados. Con el Imperio Británico extendiéndose por todo el mundo, las medallas de servicio y galantería se convirtieron en un elemento común de la producción de la Casa de la Moneda.

Al final de la Primera Guerra Mundial, la producción de medallas volvió a aumentar, pero los días de William Wyon (considerado uno de los medallistas con más talento) habían quedado atrás y se realizaron menos diseños. No obstante, se sigue animando a la Casa de la Moneda a aceptar contratos privados para medallas en otros países, así como a producir medallas conmemorativas artísticas.